El Multiusos cambia de uso. Donde hace poco más de un mes había una sala de fiestas en la que los viernes cada quince días se organizaban unos buenos saraos, han instalado recientemente un velatorio. Del mismo lugar del que solía salir un gentío de aficionados, personal, jugadores... orgullosos y alegres tras cada actuación, desde hace un mes aproximadamente solo se ven rostros sombríos y una tristeza que rebosa. Los colectivos deportivos también caen en depresión. El panorama es un tanto desalentador y nadie sabe ya cómo levantar la moral. El Cáceres Creativa (paradójicamente desde que se llama así ha perdido toda su creatividad) se ha extraviado de la senda que había seguido desde el inicio de la temporada.
Se había medio aceptado que el equipo era muy fuerte en casa y de alguna manera se tapaban las notables deficiencias cuando se jugaba fuera. Pero cuando han llegado también los palos en casa la depresión se ha desatado. Las dudas han invadido a los jugadores y el problema se ha magnificado aún más. El equipo no está sabiendo sobreponerse y cada jornada que pasa los complejos son mayores.
Había que ver cómo Gustavo Aranzana se marchaba tras la derrota ante el Palencia del Multiusos... Sencillamente estaba hundido. El técnico pucelano es un hombre transparente y su rostro no es capaz de esconder los sentimientos que le rondan. Está preocupado. Preocupado porque el equipo no juega como sabe. Según él, la plantilla entrena bien durante la semana, pero cuando llega el partido la mano se encoje. El viernes, ¡un 31.8% en tiros de dos! (hombre...)
El ambiente está contaminado. Las derrotas y la penuria son algo que se retroalimentan. Cuanto más pierdes, más te hundes... cuanto más te hundes, más pierdes. Salir de ese círculo vicioso es la clave. Dice Aranzana que de aquí se sale "con trabajo" (¡toma tópico!). Con trabajo, sí. Pero a mí me parece que no vale con exprimirse en la pista, si no se pone máxima atención en lo anímico, que es donde el equipo está más dañado. Es la pregunta ¿pista o diván? Quizá deba dejar la pizarra a un lado por un momento para intentar tocar la fibra a los jugadores para que reaccionen de una vez. Vamos, hacer un poco de psicólogo. Los métodos para sacar lo mejor de cada jugador dependerá de cada uno particularmente. En casos habrá que picar un poco en el orgullo de unos, en otros tocará pasar la mano por el hombro de otros.
Con el que creo que no hay que trabajar demasiado para motivarlo es con Valeika. Su espíritu es el que debería contagiar al resto del equipo y no al revés. Qué diferencia cuando está en pista el lituano o a McCoy. Vaya por delante que el americano tiene un anillo de esos gorditos que se consiguen al ganar un campeonato de la NBA y que Valeika los anillos que tiene son más bien del Bijou Brigitte. ¿Pero en ganas? En ganas el rubio está muy por encima no sólo de McCoy, sino de la mayoría de la plantilla. Claro que también debería pensar un poco en canalizar ese coraje y contenerse algo a la hora de hacer faltas. El viernes otra vez se fue al banco con cinco personales (en 20 minutos). Pero ese ímpetu bien entendido es la llave para salir del pozo. Éste viene a lo que viene y no quiere ni oír hablar de penurias, ni complejos, ni depresiones.
Van quedando pocas jornadas de liga regular y antes de que lleguen los play-offs el Cáceres debe encontrar ese camino que le permita poner la rúbrica a una temporada que hasta hace cuatro días era de nota y que ahora parece calamitosa. Sin embargo, la cuarta posición no está perdida y es un objetivo que para nada es una utopía. Y si no se logra, al menos podría ser suficiente con recuperar el tan buscado 'feeling'.
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