Otra derrota más. El Cáceres Creativa ya no tiene más margen. O reacciona o corre el serio riesgo de quedarse sin plaza de playoff. No quiero ni pensar que el equipo con la buena temporada que ha realizado en dos tercios de competición se quedara al final fuera de los nueve primeros clasificados. ¡Qué batacazo sería! El caso es que con los sonrojantes KOs que ha sufrido recientemente ante equipos de muchísima menos entidad que el Murcia, la derrota del domingo hasta dejó un regusto casi dulce. El equipo fue competitivo durante 30 minutos y sólo en el último cuarto fue cuando se acabó la gasolina. Y mucho resistió con la sobreactividad que existe últimamente en la enfermería.
El domingo viví el partido más cerca del parquet de lo que lo hago habitualmente. Siempre me ha gustado ver el basket desde posiciones más altas en la grada, por aquello de que se aprecia el juego de una manera como más amplia. Manías, supongo. Lo que sí es cierto es que a escasos metros de los jugadores se perciben matices que desde la distancia se pierden un poco. Desde allí, cerca del banquillo, se desmontan en un segundo los cuchicheos de si "fulanito y fulanito están a tiros". Honestamente dudo mucho que la situación de lamento continuo en la que ha caído el equipo tenga nada que ver con rencillas internas entre jugadores.
Creo que los jugadores, con alguna excepción -eso sí-, están plenamente identificados con el proyecto y quieren vaciarse para revertir esta situación tan difícil en la que se han metido. Humphrey, que estaba para jugar 7-8 minutos, acabó jugando 25; Antelo, que se lesionó dos días antes, se infiltró para poder estar, con el consiguiente riesgo, y estuvo 20 minutos sobre el parquet. Cherry, que también se lesionó durante el primer cuarto, quería saltar a la pista y ayudar al equipo aunque estuviera con dolor y pudiera agravar más aún su lesión. En pocas palabras: los jugadores están muy implicados para salir del bache.
IMPLICACIÓN PLENA Pero claro, cuando los jugadores lesionados arriesgan su físico para el beneficio del grupo, lo menos que se puede esperar es que el resto de compañeros se implique todavía un poco más. Lo que de toda la vida se ha llamado en mi tierra 'vergüenza torera'. Hablando claro, lo que me parece de todo grado inadmisible es que cuando el equipo se está machacando por salir adelante, uno de los hombres que tenía que estar cargando con buena parte de la responsabilidad se borre. Sí, se borre. Porque McCoy ni está, ni parece que quiera estar. Todo el mundo sabe que el fichaje del americano fue una 'cagada'. Se sabe desde la pretemporada, desde el primer día. Es verdad que ocasionalmente ha tenido partidos decentes, pero es que las sombras son tan alargadas... Entiendo que a McCoy se le ha acabado el baloncesto y que no está ni para LEB Plata. Pero lo que me indigna, y como a mí a todo el que quiera bien al Cáceres, es que no le eche... arrojo (decirlo de otra manera suena un tanto mal). Mientras Humphrey o Antelo se jugaban agravar sus lesiones el domingo, McCoy deambulaba como un zombie. Cuando el partido estaba vivo, le pitan dos faltas seguidas en ataque -además de éstas bien señaladas-, no baja para defender en un ataque de Murcia y en el siguiente no le pone ni la mano a Faverani, que acaba anotando... ¿Total? Al banco. Y encima llega sonriendo, mientras le pegan una pitada. Al final del partido mientras sus compañeros se concentran en el centro de la pista, éste a su bola por otra parte. En fin... que la gente no es ciega y ve lo que hay. Por cierto, su valoración final: cero.
Aranzana, que es un tío muy, muy prudente, no quiere pegar una rajada como a lo mejor le pide el cuerpo, pero es que anda corto de efectivos y tendrá que luchar hasta el último partido para exprimirle las últimas gotas de baloncesto que le puedan quedar mirando por el beneficio del grupo. Quedan tres partidos de liga regular y tal y como está la plantilla de tocada con las lesiones o todos -y digo todos- dan el máximo o el batacazo puede estar a la vuelta de la esquina.
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