El Cáceres no para. Pero no sólo eso, el equipo está realizando el baloncesto más soberbio que le recuerdo en mucho tiempo. El nivel que está exhibiendo el equipo, al menos lo que se le está viendo esta temporada en casa, es casi de sobresaliente. Mejorar el nivel fuera de casa es la asignatura pendiente para la segunda vuelta. A poco que se logre trasladar la eficiencia doméstica a los partidos de fuera de casa, el Cáceres puede estar dando guerra todavía un escalón por encima de donde se encuentra, junto a Xacobeo y Murcia. El último rival que ha mordido el polvo ha sido el Lleida. Pero es que no es sólo que el equipo esté intratable ante sus aficionados, sino es que últimamente se carga los partidos en los dos primeros cuartos. Si en el primer tercio de la competición los de Aranzana parecía que se habían abonado a eso de los partidos taquicárdicos, durante las últimas jornadas los aficionados del Multiusos se han olvidado de las tensiones nerviosas que tenían los finales algo igualados. Y todo ello para gusto de Gustavo Aranzana, que prefiere la placidez de cargarse los partidos cuanto antes mejor.
Algunos ya empiezan a decir que si el nivel de la liga es menor al de otros años, que si la crisis ha rebajado mucho los presupuestos y habría que ver qué hacía este mismo equipo en temporadas pretéritas... pero el caso es que el Cáceres es tercero de la liga porque juega muy bien. Porque juega "muy fácil". Se ha abonado al 'Easy basket' y lo ha convertido en su patrón sobre el parquet. Cada jornada que pasa se aprecia más la conexión que existe entre los integrantes de esta plantilla. El equipo juega de memoria. En ataque se sigue al pie de la letra la máxima de "un pase más". De esta manera las posiciones de tiro siempre son más ventajosas y hace que los porcentajes de acierto sean mayores. Lógico. Se palpa esa generosidad entre los jugadores, que se ha convertido un poco en la identidad de este equipo poco egoísta. Ni Humprey, ni McCoy (todavía en la enfermería) son dos americanos obsesionados con sus números y eso suma en positivo para crear una buena atmósfera. Ellos no están comenzando ahora sus carreras y ya han demostrado hasta donde han podido llegar en esto del basket. Hasta Francis Sánchez, uno de los señalados desde la grada la campaña pasada por absorver demasiado protagonismo a la hora de lanzar a canasta, se ha convertido en un perfecto asistente.
SINCRONIZADOS ATRÁS En defensa, la situación viene a ser similar. El equipo ha conseguido el nivel de coordinación que Aranzana quiere atrás. Esta sincronización ha ido in crescendo en las últimas semanas y a pesar de que McCoy sigue viendo los partidos desde fuera, el trabajo defensivo (donde más aporta McCoy) no se ha visto mermado en absoluto. Antelo no sé si intimida más o menos que el americano, pero está claro que ofrece más movilidad y rapidez.
En medio de esta satisfacción (que no euforia), el Cáceres tiene esta semana quizá el partido más importante de lo que resta de temporada regular. El encuentro del viernes ante el Burgos es vital. Ganar en tierras castellanas daría unas cuantas papeletas a los de Aranzana para acabar por delante en la clasificación al final. Vencer allí no sólo pondría a los cacereños con un triunfo más, sino que el average particular también estaría a favor. Y eso, visto como está de igualada la clasificación entre Cáceres, Burgos y León, puede ser un mundo.
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