La derrota del Cáceres el viernes en la pista del debutante Alcázar me ha dejado en primer momento un regusto rancio en el paladar. Y es que tras haber dado cuenta de equipos como Burgos o Melilla en el inicio de competición, llevar seis victorias y una sola derrota y ver al Cáceres de nuevo en la zona más noble de la clasificación eleva involuntariamente las exigencias sobre este grupo. En esto del deporte, no es nuevo que los aficionados tienden a ver el mundo en una gama bicromática. Es decir en blanco o negro. O tenemos ya pie y medio en la ACB en la jornada siete o "bah! estos tíos son unos 'mataos'".
Haciendo una segunda lectura algo más sesuda, uno viene a realizar un razonamiento más en profundidad y a entender porqué el propio Gustavo Aranzana hace escorzos con tal de esquivar tanto halago. Él lleva una vida entera en esto y sabe de la dificultad que entraña el mantener los pies en el suelo. Aplicando un poco la filosofía oriental del Ying y el Yang, caer contra el Alcázar puede tener un punto de terapéutico. Es importante saber cuáles son las verdaderas aspiraciones de este Cáceres. Personalmente creo que este equipo llega con la vitola de 'challenger' y que debe estar ahí arriba si no se cruzan adversidades extras a lo largo de la temporada, pero, en un ejercicio de sensatez, uno no debe perder de vista las limitaciones. El Cáceres no se puede comparar con el Obradoiro. Pero ni el Cáceres, ni el León, ni el Murcia, ni el Burgos... Por tanto, las exigencias de estos equipos siempre estarán un escalón por debajo de las de los gallegos. Parece lógico, no?
LA TEORÍA DE LAS CARAS Y LAS CRUCES Allá por el año 1990 en mi época de estudiante de bachillerato tenía un profesor que nos intentaba inculcar en nuestras distraídisimas seseras la aplicación de las matemáticas a la estádistica. Nos contaba que si lanzábamos 50 veces una moneda al aire, al final el balance final de caras y cruces debía ser idéntico o casi. Yo pensé que eso eran milongas y que la moneda sería más caprichosa y unas veces tocarían más caras y otras más cruces. Pues bien, el profesor era él y tras intentar destruir su teoría lanzando miles de veces la moneda, nos dimos cuenta que estaba en lo cierto. ¿A qué viene esto? Pues simplemente, esta teoría de que todo tiende a igualarse al final es de aplicación al equipo de Aranzana, al menos respecto a lo de los finales apretados.
Los cacereños esta temporada se habían plantado hasta cinco veces en finales ajustadísmos con menos de seis puntos de diferencia -Cáceres-Burgos (73-71), Girona-Cáceres (75-79), Huesca-Cáceres (88-90), Cáceres-Melilla (81-75) y Cáceres-Navarra (76-73)- y lo sorprendente del caso es que todos ellos los había resuelto a su favor. Un día un triple de Xavier sobre la bocina, otro en los instantes finales de Francis Sánchez para matar el partido... siempre saliendo la cara. Y claro, tenía que llegar el día en que la estadística empezara a buscar el equilibrio en esto también. Está claro que resolver un partido no es tan aleatorio como lanzar una moneda al aire entrando factores como la calidad o experiencia de sus jugadores en juego, pero lo que es un hecho es que la fortuna alterna caprichosamente en esto del deporte igualmente. Contra el Alcázar la suerte fue esquiva a los cacereños, prácticamente porque tocaba.
En primer lugar decir que cada vez son mejores los artículos en este blog y en segundo acuérdese el redactor de la película de woody allen match point. A veces sale cara y a veces sale cruz. y si no del triple de rudy contra Oklahoma el otro día que podía haberles dado la victoria y no entró cuando llevaban entrando todo el partido... Moraleja: es mejor llegar al final del partido con bastante ventaja.
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